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Fortalecimiento espiritual en tiempos de crisis a través de la unidad interreligiosa, parte 5 de 12

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“Somos en verdad, somos un pueblo. […] La división nos divide en pequeñas y limitadas unidades egoístas de codicia, genera descontento, avaricia, conducta de acaparar,guerras duraderas, semillas de futuro de auto interés que lleva a más derramamiento de sangre, polución, destrucción, hambruna, represalia. El amor nos une; el amor busca la similitud, los lazos comunes. Pasa por alto las diferencias. Busca formas pequeñas de unirnos.

El amor es ciego para el color y está insonorizado. Da la bienvenida a todas las personas y sus formas de ser a las cámaras más profundas de la ternura, la compasión, la paz y la alegría. El amor es el pegamento que nos une. El amor une nuestras heridas, nos vuelve a unir a nuestra Fuente, que es el Amor. El amor nos lleva al amor. […] Porque cuando elegimos el amor, nosotros, como San Francisco, decimos: ‘Señor, que yo sea un instrumento de Tu Paz’ Somos, en verdad, todos un pueblo. Seamos Amor. Seamos Amor”.

(Ahora me gustaría presentar a Greg Smith, un miembro de la Orden Budista de Intersr, fundada por Thích Nhất Hạnh, durante la Guerra de Vietnam) […] Mirando profundamente, vemos que estamos todos heridos en varios grados. Algunos de nosotros estamos heridos en nuestros cuerpos porque nos hicimos daño luchando contra el fuego o escapando de los fuegos. Otros, muchos más de nosotros, estamos heridos donde estábamos apegados a la propiedad que hemos perdido. Muchos de nosotros estamos heridos donde estábamos apegados a cómo eran las cosas. Muchos de nosotros, algunos de nosotros, estamos heridos porque hay un miedo residual de lo que ocurrió en el pasado. Y todos nosotros estamos heridos donde estamos conectados con la comunidad y estamos todos interconectados y estamos interrelacionados de formas sutiles.

Podemos empezar a sanar ahora mismo. Acordándonos de la respiración, viviendo en el momento presente, empezamos a sanar estas heridas. Para nuestras heridas, podemos practicar el dejarlas ir. Podemos practicar relajar el agarrarnos a las cosas que se han perdido -o las cosas efímeras. Podemos recordarnos a nosotros mismos lo que es sólido deteniéndonos muchas veces al día, respirando y diciendo: “Me refugio en este momento”. Para sanar las heridas de nuestros vecinos, que también son nuestras heridas, podemos empezar aquí y ahora plantando las semillas de la recuperación. Podemos hacerles llegar bondad cariñosa a ellos ahora. Que nuestros vecinos estén felices. Que nuestros vecinos estén en paz. Que nuestros vecinos sean liberados del sufrimiento.

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